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¿Cómo sería el mundo si utilizáramos todos los conocimientos y recursos tecnológicos que tenemos a favor del planeta? ¿Cómo serían las ciudades si las energías renovables fuesen la principal fuente de energía? ¿Cómo serían nuestras vidas en un entorno más cooperativo y verde? Estas son algunas de las preguntas que plantea el solarpunk, el movimiento de optimismo radical que rechaza el sistema actual y proyecta una visión de futuro positiva para la humanidad.
El término ‘solarpunk’ aparece por primera vez en 2008 cuando el sitio Republic of the Bees publica un artículo titulado From steampunk to solarpunk en el que describe el solarpunk como un género literario heredero del steampunk y del cyberpunk. A diferencia del primero, que plantea la distopía romántica de un mundo que funciona en base a la tecnología de vapor, y del segundo, que dibuja un futuro en el que el dominio de la tecnología ha deshumanizado a la sociedad, el solarpunk nace como una utopía que visualiza cómo sería vivir en un mundo sostenible, en armonía con la naturaleza.
SOLARPUNK: DE LA LITERATURA AL ACTIVISMO
Durante la siguiente década, el género da sus primeros pasos con Solarpunk: historias ecológicas e fantásticas em um mundo sustentável, la primera antología solarpunk publicada en Brasil en 2012, y Solarpunk: Notes towards a manifesto, el artículo escrito por Adam Flynn en 2014, además de otros artículos y libros. En octubre de 2019 el primer Manifiesto Solarpunk, firmado por La Comunidad Solarpunk, ve la luz. En este se recogen las ideas “escritas y desarrolladas por muchas personas” de distintos países durante los últimos años, sobre todo después de 2014.
El manifiesto define el solarpunk tanto como un movimiento como un género literario, recordando la influencia que la política y la ciencia ficción han ejercido la una sobre la otra a lo largo de la historia y defendiendo la ciencia ficción como una forma de activismo más allá del mero entretenimiento literario, ya que para construir un mundo mejor primero hay que pensarlo y, por lo tanto, imaginarlo o escribirlo.
El texto arranca con la siguiente introducción: “Según nuestro mundo se va volviendo más y más turbulento, lo que necesitamos son soluciones, no solo advertencias. Soluciones para prosperar sin combustibles fósiles. Para gestionar equitativamente la escasez real y compartir en abundancia en lugar de alimentar una falsa escasez y una falsa abundancia. Para ser más amorosos entre nosotros y con el planeta que compartimos”.
Aferrándose al solarpunk como una “visión de futuro, una provocación reflexiva una manera de vivir y un conjunto de propuestas realistas”, la Comunidad propone recuperar el optimismo “que nos han arrebatado” para trazar un camino mejor. Apuestan por un porvenir post-escasez, post-jerárquico y post-capitalista en el que la ciencia y la tecnología se pongan al servicio de la humanidad y del planeta, tanto para resolver los problemas medioambientales actuales (como el calentamiento global o la contaminación), como para mitigar la desigualdad social.
ESTÉTICA SOLARPUNK: ARTE, TECNOLOGÍA Y NATURALEZA
Uno de los sellos identitarios del solarpunk es su inconfundible estética, que aúna el arte, la tecnología y la naturaleza para diseñar nuevas ciudades en las que los jardines y las placas solares son los principales protagonistas. Inspirándose en los movimientos artísticos del Art Nouveau o Modernismo y el Arts and Crafts, la estética solarpunk hace especial énfasis en el “trabajo a mano” e incluye la tierra fértil y la vegetación como elementos indispensables del “nuevo Edén” que podemos construir entre todos.
Los parques, jardines y huertos se incluyen para conseguir “un mundo más verde” y, además, son símbolo del espíritu anticapitalista y de cooperación que persigue el movimiento.
Michelle Tulmello, profesora de arte perteneciente al ecosistema solarpunk de Nueva York, afirmó en una entrevista para la BBC que “si queremos sobrevivir y mantener con nosotros algunas de las cosas que nos importan en la Tierra, esto implica una alteración fundamental de nuestra visión del mundo en la que cambiemos por completo nuestra perspectiva de competitiva a cooperativa”.
Así, en el imaginario solarpunk se decanta por los diseños orgánicos ambientados en metrópolis coloridas y frondosas, ciudades en las que la agricultura está integrada en el tejido urbano, modas neocampesinas y edificios con motivos naturales y ornamentales, en contraposición a la estética contemporánea mainstream.
INICIATIVAS SOLARPUNK
Pese a ser un movimiento joven, algunas empresas tecnológicas ya se han sumado a la corriente solarpunk con la intención de generar un impacto positivo en la sociedad. Un ejemplo es Verne Global, una compañía que ejecuta servicios de centro de datos desde un campus en Islandia que está impulsado al 100% por energías renovables. Verne Global apoya la intención solarpunk de transitar completamente a las energías renovables, considerándolas una parte imprescindible de la economía circular.
Otros ejemplos son la firma canadiense Carbon Upcycling Technologies (CUT), cuya tecnología permite convertir la contaminación de CO2 en materiales sólidos que luego usan para fabricar camisetas o pinturas, y Open Source Ecology, otra compañía que aboga por el “espíritu de código abierto” del solarpunk y comparte de manera gratuita los diseños de las máquinas industriales que desarrollan a través de internet.
En su entrevista para la BBC, Michelle Turmello declaró: “el solarpunk es la única solución al desastre climático en el que nos hemos metido como especie”. Por eso, en el último punto de su manifiesto, La Comunidad Solarpunk llama a la acción y asegura que, lejos de ser meramente una ficción o un deseo inalcanzable, “el solarpunk puede pasar: ahora”.
Fuente: NATIONAL GEOGRAPHIC
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