MEDIO AMBIENTE: Podcast, Explorar el Ártico para luchar contra el cambio climático

Desde lo más profundo de los océanos hasta los bosques más remotos y las cumbres más elevadas, los desafíos medioambientales afectan a todos los lugares de la Tierra, incluso a los más recónditos. Rolex y National Geographic han unido fuerzas desde 1954 con una clara misión: impulsar la exploración, la investigación científica, la divulgación y la preservación de estos entornos cruciales.

Bienvenidos a “Iniciativas para cambiar el mundo”, un podcast de la revista National Geographic España en el que descubrimos innovadores proyectos científicos de distintas partes del mundo. Este proyecto impulsado por Rolex con su iniciativa Perpetual Planet tiene como objetivo es conseguir un futuro mejor para el planeta y para todas las especies que vivimos en él.

TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

El clima que había en el planeta en un pasado remoto está escrito en las rocas y el hielo. La climatóloga británica Gina Moseley es especialista en encontrar esas pruebas que muestran cómo la Tierra no ha sido siempre como la conocemos en la actualidad. Actualmente está analizando las cuevas más septentrionales de Groenlandia para encontrar esas pistas científicas que nos permitan entender mejor el planeta en el que vivimos. ¿Qué nos puede decir el clima del pasado? ¿Por qué Groenlandia es un lugar fantástico para encontrar estas pistas? ¿Por qué conocer el pasado nos puede ayudar a luchar contra el cambio climático? Acompáñanos a conocer su historia de conocimiento científico. 

Aunque la mayoría de nosotros creemos que nuestra especie ya ha explorado prácticamente todos los confines del planeta, aún quedan lugares en los que jamás hemos puesto el pie. Y no solo en los fondos mari­nos, inexplorados en su mayoría. También fuera del agua quedan rincones remotos y vírgenes en los cuales la historia natural de la Tierra permanece prácticamente intacta. Un ejemplo son las cuevas más septentrionales del planeta, ubicadas en Groenlandia, donde la paleocli­matóloga británica Gina Moseley, Premio Rolex a la Iniciativa en 2021, tiene planeado adentrarse en 2023.

Concretamente, esta investigadora de 38 años quiere descender a las entrañas de la Tierra de Wulff. Esta penín­sula, ubicada en el Parque Nacional del Noreste de Groen­landia, tiene una superficie de más de 970.000 kilómetros cuadrados lo convierte en el más grande del mundo. Se trata de una enorme área en la que no hay asentamientos humanos permanentes, es extre­madamente seca y está alfombrada de permafrost, un suelo helado que actúa como sumidero de ingentes cantidades de gases de efecto invernadero. Si el perma­frost llegara a fundirse, esos gases serían liberados a la atmósfera, agravando aún más el calentamiento global. 

Por este motivo Moseley quiere buscar en el interior de esas cuevas pistas sobre el pasado climático del planeta. Conocer este pasado remoto puede ser de gran ayuda para comprender mejor cómo el calentamiento global está incidiendo en el Ártico.

Y es que en este inexplorado lugar del planeta, una cueva horizontal de la que se ignora su longitud alberga un valioso secreto geológico que Moseley define como una máquina del tiempo: los espeleotemas. Esta palabra procedente del griego y significa «depósitos de las cavidades». Pero lo más importante, estas bellas formaciones se han creado por la acumulación de mine­rales durante miles de años. En especial se forman de calcita que, tras ser disuelta por el agua, forman estalactitas, estalagmitas y coladas

Lo genial de los espeleotemas es que forman capas, como los anillos de los árboles, y cada una de ellas esconde mucha información de la época en que se originaron. De hecho estas formaciones geoló­gicas son antiquísimas. Se remontan posiblemente a medio millón de años atrás, y se originaron en una época más cálida en la que había una presencia constante de agua. 

En las condiciones climáticas actua­les no se hubieran podido formar. El agua que en esos tiempos hizo posible su existencia llevó a cabo un largo viaje desde los océa­nos hasta la atmósfera, y de ahí al suelo que hay encima de las cuevas. 

Luego penetró en el interior de estas gru­tas y fue dejando a su paso depósitos de calcita. O lo que es lo mismo, se convirtieron en un retrato del pasado climático de la Tierra. 

El estudio de estas formaciones permite averiguar cómo han cambiado las tem­peraturas y el índice de humedad, si realmente había un suelo encima de la cueva y si estaba cubierto de árbo­les, hierba o arbustos, entre otras muchas cosas.

Estos restos formados durante miles de años son una interesante alternativa a los testigos de hielo, esas muestras cilíndricas que se extraen perforando gla­ciares y mantos de hielo. Esas muestras, formadas por hielo de distintas épocas del pasado, son la base de la ciencia del clima ártico actual, pero tienen un incon­veniente: se funden. 

Como cuenta la propia Moseley, Hasta el momento los científicos han podido estudiar testigos que tienen a lo sumo 128.000 años de antigüedad y procedían de masas de hielo que todavía no se han fundido por el calentamiento global. 

Sin embargo, en las cuevas del extremo norte de la Tierra de Wulff hay muestras con un historial cua­tro o cinco veces mayor. Es decir, de ellas se pueden encontrar trazas de épocas pasadas más cálidas y extraer ideas para afrontar la emergencia climática actual.

Sin duda es una misión importante porque, según un estudio publicado en 2021 las regiones polares se están derritiendo el doble de rápido de lo que se preveía, amenazando con sumergir ciudades costeras de todo el mundo.

Moseley lleva años soñando con esta expedición, pero las dificultades para llegar a rincones tan inaccesibles le parecían insalvables. En 2015 lideró su prime­ra expedición a unas cuevas de Groenlandia. Fue con un equipo de cinco personas con el objetivo de averiguar el potencial de esas grutas para la investigación del cambio climático en el Ártico. 

Tras viajar durante varios días en un pequeño avión, aterrizaron en una pista situada a 80 grados de latitud norte. Una vez allí cruzaron un gran lago a bordo de un bote hinchable para luego caminar durante tres días bajo el sol de medianoche hasta llegar al área prevista. 

Tres años después, en 2018, exploraron cuevas en la costa este, y en 2019 Moseley acudió por tercera vez a esta enorme isla de hielo, con un equipo de paleoclimatólogos, geólogos, glació­logos y un geomicrobiólogo. La expedición fue un éxito. Allí descubrieron y exploraron cuevas desconocidas y recolectaron muestras para la investigación del paleoclima.

Pero Moseley tenía el ojo puesto en un lugar al que no pudieron llegar. Se trata de una cueva que había sido fotografiada desde un avión militar del Servicio Geológico de Estados Unidos en 1960. Está ubicada en una zona libre de hielo, pero con presencia de estalagmitas. Aunque desde entonces muchos espeleólogos y exploradores polares han intentado alcanzarla, nadie ha podido llegar. Ni esta cueva ni el sistema de cavidades que la circunda.

De repente, en 2021 Moseley fue Laureada con un Premio Rolex a la Iniciativa, unos galardones que apoyan a perso­nas con proyectos innovadores que mejoran la vida en el planeta. De hecho estos galardones son el único programa de patrocinio existente que apuesta por expediciones de este calibre. Y este premio espera que le permita hacer su sueño realidad.

Y es que la gesta exploratoria de Gina Moseley no será fácil, pues pondrá a prueba los límites de la resistencia humana. Con el soporte de Rolex y de la Fundación Monte Everest, está previsto que a mediados de 2023 la científica y su equipo, lleven a cabo una expedición de dos o tres semanas de duración. En ese tiempo realizarán una larga y dura travesía a pie a través del hielo y la roca, cargando con las provisiones. Después tendrán que escalar un imponente acantilado y de ahí descender en rápel hasta la entrada de cada una de las cuevas para tomar las muestras necesarias. Y no solo de los espeleotemas. Es probable que encuentren también especies vegetales y pequeños organismos que lleven allí congelados miles de años.

¿Qué secretos ocultarán esos desconocidos habitan­tes? ¿Qué descubrirán del clima del pasado? Es posible que de ellos, y de la información que se halla petrificada en los espeleotemas, aprendamos cómo mitigar y gestionar mejor los grandes cambios ambien­tales a los que hoy nos enfrentamos. 

Nunca mejor dicho, Gina Moseley quiere llegar al fondo del asunto. Está decidida a penetrar en lo más recóndito de esas cuevas para encontrar respues­tas y, a su regreso, contárnoslas con todo detalle.

La paleoclimatóloga e investigadora británica Gina Moseley fue Laureada de los Premios Rolex a la Iniciativa en la edición 2021. Este artículo ha contado con el apoyo de Rolex, que colabora con National Geographic para arrojar luz, mediante la ciencia, la exploración y la divulgación, sobre los retos que afrontan los sistemas más cruciales que sustentan la vida en la Tierra.

Fuente: NATIONAL GEOGRAPHIC

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